Hacia una cultura de las ciudades sostenibles - page 4-5

El procesohistórico y social de construccióndel espaciourbano es complejo, pero sudinámica
y evoluciónevidencia el inexorable tránsitoqueenmenos de tres generaciones ha recorrido
la sociedad latinoamericanahaciaunperfil netamenteurbano, que se expresaenquemás de
80%de supoblación reside en ciudades.
El crecimientourbanoen los países endesarrolloha sidoacelerado, caótico y radical, llenode
tensiones ydesafíos, tal comoocurrióen sumomento en los países desarrollados. La ciudad
latinoamericanaha respondidoen forma insuficiente, pero aunasí demanera casimilagrosa,
a la avalanchadenuevas necesidades y demandas deunapoblaciónurbanaque crece a
gran velocidad. Almismo tiempo, haperfiladounanueva sociedadque enfrenta la imperiosa
necesidadde crear rutas de futuroa esteproceso transformador, de formaque las genera-
ciones que vendrán tengan laoportunidad ciertade apalancar suprogreso enel desarrollo
sosteniblede las ciudades.
El surgimiento tanaceleradode lanueva sociedadurbana en la región latinoamericana impli-
ca todoun cambio civilizatorio. En estenuevo contexto, el desarrollode los países en el siglo
XXI dependede lo competitivas, cooperativas, inclusivas y sostenibles que sean sus ciudades.
Esto implicaun cambio radical en lamaneradeentenderlas: dejar de verlas comoproblemas
y asumirlas como áreas degrandes oportunidades quedeben aprovecharse.
Las ciudades exitosas se apoyan enun campo fuerte y productivo, progresan,mejoran sus
instituciones y sus nanzas, generanoportunidades dedesarrollopara todos, seocupande sus
habitantesmás vulnerables y administran exitosamente su capital ambiental. Desde estaper-
spectiva, las ciudades pueden ydeben ser potentesmotores del desarrollo regional ynacional.
Loqueocurra en las ciudades de los países deLatinoamérica y el Caribedelinearáel fu-
turode la región. Sinembargo, los desafíos son enormes e imponen retos degran calado en
materiade inversión, gestión y desarrollo económicoqueden respuestaa las necesidades
crecientes de servicios,movilidad, vivienda, seguridad y empleo. La ciudadhadesarrollado
mecanismos propios deoferta, pero sus tendencias inerciales noproporcionaránpor sí solas
soluciones satisfactorias.
El costodenohacer nada sería enorme y probablemente irreversible. Es por elloque se
propone lanecesidadde reforzar losmecanismos de intervención y gobierno en la ciudad,
medianteunagestión activa conuna concepciónde sostenibilidadque aborda las dimensiones
económica (dinámica, especialización, empleo, competitividad), social (pobreza, desigualdad,
servicios domiciliarios, acceso a tecnología, vivienda, seguridad), ambiental (agua, residuos,
energía, transporte, densidad, cuentas ambientales), política (capital institucional, capaci-
dades,marco legal, finanzas, planeación), inclusiva (movilidad, acceso a las oportunidades
urbanas: empleo, abasto, recreación, servicios) y poblacional (crecimiento, distribuciónespa-
cial,migración, envejecimiento, arreglos familiares).
Es necesario reflexionar sobre la verdadera capacidaddenuestras sociedades urbanas para
asumir, genuinamente, unaagendadedesarrollo sustentablede las ciudades que respondaa
los desafíos del sigloXXI. Esta reflexión involucra lagobernanza y su relación con la creación
deunanueva cultura, que sólopuedenacer de la amalgamademúltiples culturas tradicion-
ales, rurales yurbanas, que se suman a la evoluciónpermanentede la ciudad, enunamezcla
donde senegociannuevos pactos y se construyennuevos códigos, lógicas, visiones, sueños y
proyectos de sociedad.
La cultura es unproceso largode construccióndel almade la sociedad, de su consciencia. La
aglomeración, laproximidad y la intensidadde las interacciones sociales que implica la ciu-
dad, hace imperiosa lanecesidadde civismo, de reglas de convivencia, de sistemas de com-
petencia cooperativa y lógicas de vidaque se van conformando al tiempoque se construye la
ciudadmaterial. Todo esto requiere, necesariamente, unanueva cultura ciudadana.
Reconocer a los actores sociales en la construcciónurbanaes partedel desafío, yaquede ello
dependerá la factibilidaddeunapropuestade sostenibilidad. El Estado y supolíticapública
es un actor clave. Lo es igualmente el empresariado y sus acciones demercado. Pero también
lo es la sociedad, los grupos, las comunidades, las familias y las personas, y lo sonno exclusi-
vamente comobeneficiarias de lapolíticapúblicao como agentes económicos en elmercado:
lo son a través de su acción colectiva, la cual se fundamenta en su capacidad y voluntadde
cooperar y sumar esfuerzos.
En el fondode la cooperación social se encuentra el procesodepertenencia, adscripcióne
identidadque integra visiones y valores, creando colectivos reales, histórica y socialmente
construidos y amalgamados enunadimensión integradora, cohesionadora, que tieneex-
presión en la cultura. De la identidad y la cultura, surge también la territorialidad, comoun
sentir, una energía social quedesembocaenprocesos de innovación social y,más concreta-
mente, en la acción colectiva. Sin considerar ladimensión cultural, en subase fundamental,
será irrealizable el propósitodeuna sostenibilidad, como visión integral paraarmonizar la
generaciónde riqueza, el cuidadode lanaturaleza y el progresode la sociedad.
Educación y socialización, son los componentes basede la construcción social de la cultura.
Esta es unaprimera responsabilidad ydemandapara los sistemas deeducación enelmundo
urbano. Son claros los objetivos y responsabilidadesmateriales de la educación, quehande
responder a lanecesidaddedesarrollar capacidades y competencias, contribuir ahacer cierta
lamovilidad social, desarrollarmercados laborales para la competitividad, formar para la
innovaciónquedemanda estemundourbano, enelmarcode la sociedadglobal, y aumentar
nuestra capacidad creativa como colectivo. Pero también, la educación tieneunaenorme
responsabilidadpara facilitar los procesos de construcciónde la cultura ciudadana, es decir,
para encausar la creaciónde la energía social que soporta el verdaderoejerciciodel derecho
a la ciudad, la construcciónde la territorialidad, la identidad y, finalmente, del espíritu trans-
formador que soporte la real pertinenciade la sostenibilidad.
Posiblemente el espaciopúblico resume enplenitud el sentidode esta cultura ciudadanao
culturaurbana. Su composición estádeterminadapor los bienes públicos naturales y con-
struidos (aire, vegetación, paisaje, espacios deencuentro, ambiente, infraestructura ymo-
biliariourbano), pero especialmentepor sugente (capital humano resultadode la sumade
educación y cultura) que es lamedidade la riqueza social deuna ciudad. El espaciopúblico
refleja la cultura y el espíritude la ciudad, donde sedesatan las diferentes expresiones de la
cultura civilizadora, el encuentrode la conciliación y lagestiónde los conflictos inherentes al
territorio. La educación y formaciónde cultura ciudadana involucra los valores de sostenibili-
dad, de valoracióndel patrimoniopaisajísticourbano, en lo ecológico, lo social, lopolítico, lo
cultural.
Los desafíos están frente anosotros. No esmomentodepensar en términos de limitaciones,
sino en términos de responsabilidades y oportunidades.
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